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martes, 26 de noviembre de 2019

Planes de fin de semana en Madrid con amigas



Si hay algo que se complica a ciertas edades es quedar con las amigas, prácticamente es misión imposible.
Por eso, cuando Laura me dijo que venía a pasar el fin de semana a la capital, lo primero que hicimos fue buscar hoteles baratos en Madrid.

Nosotras vivimos en Madrid, pero no en la ciudad sino en municipios que quedan bastante lejos del centro. Como no era plan de andar yendo y viviendo a diario (por no hablar de mover el coche por el centro o buscar aparcamiento), nos alojamos con Laura como unas turistas más.
Y oye, qué bien sienta. Una vez al año no hace daño ¿no?.

Te cuento qué hicimos, animate si no vives en Madrid y ven a darte un homenaje con tus amigas.

El viernes por la tarde ya estábamos juntas, ¡por fin!.
Hacía meses que no nos veíamos y el plan estaba claro. Ponernos al día, que los audios de WhatsApp están muy bien pero contar las cosas cara a cara es mucho mejor.

Nos fuimos a La Latina como buenas madrileñas con ganas de tapear, concretamente a un local que se llama Pez Tortilla.

Estas chicas son muy cerveceras y queríamos algo de picar así que nos decantamos por este sitio donde no hay que levantar la voz para mantener una conversación.

Imagen: Pez Tortilla en Facebook
Tortilla con champiñones con ajos tiernos y queso azul.




Las tortillas de este sitio son una auténtica locura, no se cuantas variedades hay.
Yo confieso que soy de tortilla muy cuajada y no es lo mío eso de que el huevo se vea... así que me pedí croquetas de boletus y trufa y otras de puchero de la abuela.

Y ahí pasamos el rato, comiendo, bebiendo y hablando sin parar.

Después, aprovechando que estábamos en La Latina, nos dimos una vuelta por la Cava Alta y la Cava Baja y nos tomamos unos vermuts de grifo en varios de sus bares.
Se nos hizo un poco tarde y como queríamos hacer mil y una cosas el sábado decidimos irnos a dormir.


SÁBADO


Desayunamos con un poco de prisa en Salvador Bachiller (C/ Montera, 37) porque Laura estaba empeñada en ir al Primark de Gran Vía.

Y me diréis... "¡Pero si Salvador Bachiller es una marca/tienda de bolsos, maletas y complementos!".
Pues sí, pero guarda un secreto increíble en su 5ª planta.
No os podéis perder sus GastroBares.

El Jardín Secreto de Salvador Bachiller (Montera 37)

Terminamos el desayuno y subimos la Gran Vía hasta Primark.
Si hay algo que me da pereza de Primark es que siempre está hasta arriba de gente. Pero ella estaba deseando conocerlo y yo solo puse la condición de ir a primera hora, que es cuando menos gente hay. Lo bueno es que tienen sofás y enchufes para cargar el móvil, así que allí estuve esperando a que ellas se gastasen la pasta gansa en la tienda.

Después bajamos a la Puerta del Sol y seguimos por la Plaza Mayor que siempre es buen plan. Da igual las veces que pase por allí, siempre me quedo mirando su fachada.

Plaza Mayor de Madrid


Si estáis por la zona, aprovechad para caminar por la Calle Arenal (tiendas y más tiendas) hasta que lleguéis a la Plaza de Isabel II (todo el mundo la llama Plaza de la Ópera, pues allí está el Teatro Real y su boca de metro se llama Ópera)

Si seguís un poco más abajo os encontraréis el Palacio Real con sus jardines y girando a la izquierda, veréis la Catedral de la Almudena.

Lo bueno de Madrid es que a cada paso encuentras algo interesante que ver.

Como somos mucho de andar, volvimos sobre nuestros propios pasos dirección Gran Vía hasta Chueca.
Empezábamos a tener hambre así que nos fuimos al Mercado de San Antón (Calle de Augusto Figueroa, 24) y comimos algo en el restaurante que tienen en la terraza.

Mama Framboise, uno de los puestos del Mercado de San Antón.



Estábamos bastante cansadas de andar así que, sabiendo que la noche iba a ser larga, decidimos irnos al hotel, echarnos una siestecita (estamos mayores, sí) y quedamos a las 21:00, listas para comernos la noche.

Nos fuimos a la Calle Cádiz, 9 a cenar, a un sitio que se llama Majaderitos. Tienen comida casera en plan tapeo, carnes e incluso paella.
Nosotras pedimos berenjenas a la andaluza con miel (las comimos tan rápido que no me dio tiempo a hacerles una foto, pero estaban exquisitas), croquetas de carne y patatas bravioli.

Lo bueno de este sitio es que siempre tienen ofertas en mojitos y están riquísimos.
Y los camareros son encantadores.

  
Nos dieron las tantas en Majaderitos

Bravioli
 
 
Mojitos en Majaderitos.


Salimos zumbando hacia Callao porque estábamos apuntadas en la lista de entrada a la discoteca que hay en el Palacio de la Prensa.
Teníamos que estar antes de la 01:30 o no podríamos entrar.
Llevábamos un tiempo queriendo ir a este sitio, llamado Back to the 80's, porque ya tenemos una edad y nos hacía mucha gracia volver a escuchar los éxitos de los 80 y 90.

La verdad es que lo pasamos genial.
Música y gente de nuestra quinta, máquinas Arcade y varias performance. No paramos de cantar y bailar hasta que dieron las 5 de la madrugada que es cuando decidimos salir de allí e ir a dormir.

Por el camino, a unos 5º de temperatura, alguien tuvo la brillante idea de decir "¡mañana es domingo, mañana hay Rastro!".
Y no se para qué nos acostamos si a las 9:30 ya estábamos en pie de nuevo, agotadas, con ojeras, pero con ganas de exprimir lo poco que le quedaba al fin de semana.

DOMINGO


Y nos fuimos a El Rastro, a ver puestos (y gente) y a tomar algo, para no perder la costumbre.

La primera parada fue para desayunar en De Bellota (Calle Ribera de Curtidores, 13) donde hacen unos bocadillos con una materia prima excelente.

Si quieres desayunar tostadas o algo dulce, este no es tu sitio, lo siento.

Los bocadillos en De Bellota son una maravilla


Con la tripa llena nos dejamos llevar por la marea de gente que cada domingo inunda El Rastro.
El cansancio de la noche anterior se hacía notar así que decidimos descansar y honrar al domingo con un vermut en Ataca Paca (Calle de Arganzuela, 20).
Es un local pequeño y acogedor.
Y subir al cuarto de baño es una aventura, hay que tener una pericia extrema para avanzar por su mini escalera de caracol.

Si vas a El Rastro no puedes dejar de tomar el vermut en Ataca Paca


El tren de Laura salía en un rato así que fuimos traquilamente hasta la estación de Atocha, entre bostezos y paracetamoles.

Pero que nos quiten lo bailao. Fue un fin de semana agotador pero de esos que curan el alma y te dan un chute de energía infinito hasta el próximo encuentro.

Nos abrazamos con la promesa de comer mucha fruta y verdura durante la semana (porque un finde entero de tapeo no debe ser bueno) y deseando vernos de nuevo pronto, muy pronto.


Nota: Parte del dinero que invertí en crear este post fue un regalo de Hoteles.com aunque las opiniones son mías al igual que la elección de los locales.

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