Viernes, 7:30 de la mañana.
Mi hijo abre los ojos con alegría, como cada mañana.
Me pide teta y mientras la toma, me mira, se queda pensando y me dice "Mamá, he pensado que quiero hacer galletas de chocolate contigo"
Ante mi cara de sorpresa me dice "¿Quéeeeeeee?" a lo que yo respondo "Nada, nada. Que esta tarde cuando salgas del cole, las hacemos".
Ahí fue cuando me di cuenta de que NO estoy preparada para ser madre respostera.